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Lunes de Oración

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lunes, 14 de abril de 2014

Afán


Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6
Pablo apóstol de Jesucristo, nos exhorta a través de la carta escrita a los hermanos  Filipenses, a que no estemos afanosos por nada. Siendo que la vida del hombre en el planeta está atada al afán, debemos preguntarnos a qué específicamente se refería el apóstol.
Estoy seguro que Pablo, entendía y aplicaba las palabras del Maestro:
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mateo 6:25
Está claro que si en lo esencial para la vida que es el alimento y el vestido, no debe de preocuparnos, entonces: ¿En dónde queda todo lo demás? , bueno pues el apóstol lo explicó:
“Por nada estéis afanosos”
Una vida perfeccionada en la confianza en Dios, basada en el llamado de la fe cristiana a renunciar a todo, está libre de afanes.
Recordemos  lo que afán significa: “ansia o deseo intenso de conseguir algo.”
Por eso es que Pablo recomienda que ante todo deseo intenso por conseguir algo, lo mejor es venir delante de Dios en oración, en ruego (y aquí enfatiza) con acción de gracias.
Dios nos ha llamado a vivir una vida de agradecimiento.
 Recordemos que el agradecimiento del creyente se basa en conocer que Dios nos eligió para ser salvos, y esto por gracia, o sea gratuitamente.
 El creyente sabe que todo en el mundo es vanidad, y que lo verdadero e imperecedero es la herencia de los hijos elegidos de Dios.
 La vida eterna es lo que Dios nos ha dado como premio, por eso el creyente es agradecido, por la elección, por la salvación, por Jesucristo, y por esa misma razón no tiene sentido estar afanados por cosas perecederas, siendo que además esto denota desconfianza en la capacidad de Dios de proveernos de los que necesitamos.
La razón por la cual no debemos afanarnos es  porque el afán actúa  como un elemento impermeable, afectando al corazón del hombre, y  no permite que el agua de la palabra de Dios riegue sus mentes.
“…pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”
Marcos 4:19
Cuando una persona se afana por cualquier cosa en esta vida, está reduciendo su capacidad para oír la voz de Dios, de entender su voluntad y de someterse a ella.
Basta ver el mundo en que vivimos y darnos cuenta, que el enemigo sabe muy bien el efecto que el afán produce en el hombre, este efecto le deja a merced de las maquinaciones satánicas, pues el hombre está desapercibido de el real peligro, ignorando la voz de Dios a causa de sus intensos deseos de conseguir cosas materiales, riqueza o fama.